El Precio de la Perdición


Durante meses vio aquel torbellino maldito en su mente, soñó y repitió durante las noches interminables aquel momento pútrido de la traición, que le carcomía las entrañas por la pena y el arrepentimiento. Recordaba cada palabra, cada gesto, cada movimiento, cada sonido, treinta años antes…

Dario y Luis eran amigos desde la secundaria, inseparables desde el momento en que se conocieron en los pasillos polvorientos del antiguo colegio. Compartían más que una simple amistad; compartían historias, risas, sueños y, lamentablemente, también compartían las penurias económicas que los habían acosado durante años.

Dario, con su cabello alborotado y una sonrisa siempre lista para iluminar incluso los días más oscuros, era el tipo de persona que siempre veía el vaso medio lleno. Apasionado por la lectura y la escritura, se sumergía en mundos de fantasía y misterio para escapar de la cruda realidad que enfrentaba cada día. Su mente creativa y su ingenio afilado lo habían llevado a embarcarse en la escritura de un libro de misterio y terror, una pasión que lo había llevado a la biblioteca en busca de inspiración.

Luis, por otro lado, era el tipo de persona que nunca se rendía, incluso cuando las probabilidades estaban en su contra. Con una determinación inquebrantable y una ética de trabajo impecable, había luchado contra viento y marea para mantenerse a flote en tiempos difíciles. Aunque las adversidades lo habían golpeado con fuerza, nunca había perdido la esperanza de un futuro mejor para él y su amigo Dario.

A medida que crecían juntos, sus lazos de amistad se fortalecían con cada desafío que enfrentaban. Juntos, soportaron los altibajos de la vida, encontrando consuelo y apoyo mutuo en los momentos más oscuros. Y cuando la oportunidad de cambiar sus vidas para siempre se presentó en forma de un antiguo tomo maldito, no dudaron en embarcarse en esta nueva aventura juntos, ignorando las advertencias que susurraban en las sombras de lo desconocido.

Con sus personalidades contrastantes pero complementarias, Dario y Luis formaban un equipo imparable, listo para enfrentar cualquier desafío que el destino les deparara. Sin embargo, nunca imaginaron que su valentía y amistad serían puestas a prueba de la manera más oscura y sobrenatural posible.

Un día como cualquier otro, Darío fue a la biblioteca de la universidad de su ciudad, una de las más completas del país. Revisó los anaqueles buscando libros viejos, de los que obtener inspiración. Entre los libros que sacó de la biblioteca, encontró un tomo antiguo, que no recordó haber sacado: un libro hecho de madera quemada, cubierta por lo que parecía ser piel o cuero, tan quemada como la madera. Tenía un título en latín que no entendió, en principio: Arcanum Obscuritatis...

Dario sostuvo el misterioso libro en sus manos, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al notar las extrañas marcas y el olor a antigüedad que emanaba de sus páginas. Atraído por la curiosidad y el presentimiento de que este libro contenía algo más que meras palabras impresas, lo guardó entre los otros libros que había sacado de la biblioteca y regresó a casa.

Cuando llegó a su hogar, Dario colocó el misterioso tomo sobre su escritorio y lo examinó con más detalle. Las marcas en la cubierta de madera quemada parecían formar extraños patrones, como si fueran símbolos antiguos de una lengua olvidada. El título en latín, "Arcanum Obscuritatis", resonaba en su mente como un susurro de sombras, despertando una intriga profunda en su interior.

Sin embargo, fue cuando abrió el libro y comenzó a hojear sus páginas que Dario sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Las palabras impresas en las páginas parecían danzar ante sus ojos, formando conjuros y hechizos oscuros que desafiaban toda lógica y razón. A medida que sus ojos se deslizaban por las líneas de texto, una sensación de inquietud se apoderaba de él, como si estuviera observando algo que nunca debió ser visto por ojos humanos.

Entre las páginas del libro, Dario encontró un hechizo que llamó poderosamente su atención. Era un conjuro de buena suerte, una promesa tentadora de cambiar su destino y salir de las penurias económicas que lo habían acosado durante tanto tiempo. Emocionado por la posibilidad de un cambio, Dario decidió compartir el descubrimiento con su amigo de toda la vida, Luis.

En la sección de preparación, el libro decía que el hechizo no debía ser hecho en el interior de una casa, sino buscar un lugar alejado, preferentemente en un bosque. Con esta información, viajaron unos kilómetros hacia el interior de su ciudad, hasta el bosquecillo detrás de la universidad donde, paradójicamente, Darío había obtenido el libro.

Juntos, Dario y Luis leyeron el hechizo en voz alta, sin sospechar las oscuras consecuencias que pronto se desatarían sobre ellos. Una vez que las palabras escaparon de sus labios y se perdieron en el aire, una figura espectral y ominosa apareció ante ellos, ofreciéndoles cumplir sus deseos a cambio de un precio muy alto: 30 años de buena suerte, seguidos de la entrega de sus almas a una entidad oscura y desconocida.

Durante unos breves instantes, Dario y Luis intercambiaron miradas cargadas de dudas y temores. A sus más de cincuenta años, la perspectiva de disfrutar de tres décadas de buena fortuna parecía tentadora, incluso irresistible. Después de todo, ¿qué podía salir mal? Se verían como ancianos cuando llegara el momento de entregar sus almas, con la vida hecha y los años de penurias olvidados en el pasado. Con esta convicción en mente, los amigos tomaron una decisión que cambiaría el curso de sus destinos para siempre: aceptaron el acuerdo, sin sospechar las sombras que se cernían sobre ellos.

Así, sellaron su destino con un pacto sombrío, con la promesa de un futuro brillante y próspero a cambio de un precio que aún no comprendían completamente. Sin embargo, el tiempo les demostraría que toda elección tiene consecuencias, y que el precio de la buena fortuna es más alto de lo que jamás habrían imaginado.

Con el trato aceptado, una sensación de alivio y excitación se apoderó de Dario y Luis. Los días siguientes estuvieron marcados por una racha inusual de buena suerte, con oportunidades inesperadas y fortunas inesperadas que parecían caer del cielo. Pronto, ambos amigos se vieron envueltos en un remolino de éxito y prosperidad, construyendo un imperio juntos y disfrutando de los lujos que tanto habían anhelado.

Por años, Dario y Luis disfrutaron de una racha de buena suerte que los llevó a emprender nuevos proyectos con confianza y determinación. Su primer éxito fue un restaurante de hamburguesas gourmet que rápidamente se convirtió en la cadena más importante del país. Con una combinación de sabores únicos y un servicio impecable, atrajeron a clientes de todas partes y consolidaron su posición en la industria gastronómica.

Sin embargo, su sed de aventura y su espíritu emprendedor los impulsaron a buscar nuevas oportunidades. Decidieron incursionar en el mundo del entretenimiento y la cultura, abriendo un espacio multicultural que ofrecía música en vivo, grabación de estudios y clases de instrumentos. Lo que comenzó como un pequeño local se transformó en un imperio global, con centros especializados en todo el país y en el extranjero.

Con cada nuevo proyecto, Dario y Luis demostraron su talento para los negocios y su habilidad para convertir las ideas en realidad. Su relación de amistad se fortaleció aún más con cada desafío superado y cada éxito alcanzado, convirtiéndose en socios inseparables y aliados inquebrantables en el mundo empresarial.

Pero a medida que los años pasaban y se acercaba el final de su pacto con el ser oscuro, una sombra de inquietud comenzó a oscurecer su triunfo. Aunque disfrutaban de la fama y la fortuna, no podían ignorar el peso de la promesa que habían hecho décadas atrás, ni las consecuencias que podría traer consigo su cumplimiento.

El silencio de la noche se vio interrumpido por un fenómeno perturbador: el libro antiguo, olvidado en la biblioteca de Dario, comenzó a irradiar una luz extraña y enfermiza. Su brillo titilante llenó la habitación con un aura ominosa que envolvía todo a su alrededor en una atmósfera de malestar y temor.

Simultáneamente, un sonido extraño y discordante emanaba del libro, como si las páginas estuvieran susurrando en un idioma olvidado y oscuro. Este sonido penetrante parecía resonar en lo más profundo del alma, provocando un escalofrío que recorría la columna vertebral de quien lo escuchaba.

Dario llamó a Luis y le dijo “es hora…” y los amigos reunidos sintieron una atracción magnética hacia el libro, como si una fuerza invisible los llamara desde su morada en la estantería. Una sensación de inquietud se apoderó de ellos mientras contemplaban el misterioso resplandor y escuchaban los siniestros murmullos que brotaban del tomo antiguo.

Sin comprender completamente lo que sucedía, sabían que debían enfrentar el origen de aquella perturbación. Con pasos vacilantes, se acercaron al libro brillante, conscientes de que estaban a punto de adentrarse en un mundo de sombras y secretos prohibidos.

En silencio, como si temieran despertar a la oscuridad que acechaba en la noche, Dario y Luis tomaron el libro entre manos y emprendieron su camino hacia el claro en el bosque. Treinta años habían pasado desde aquel fatídico día en el que sellaron su destino con un pacto impío, y ahora era el momento de enfrentarse a las consecuencias de sus acciones.

El sendero estaba envuelto en sombras, apenas iluminado por la pálida luz de la luna que se filtraba entre las ramas de los árboles. Cada paso que daban resonaba en la quietud de la noche, y el peso del libro en sus manos parecía aumentar con cada paso, como si fuera un recordatorio constante de la deuda que debían saldar.

Llegaron al claro, el mismo claro en que habían firmado aquel pacto, un lugar que ahora parecía imbuido de una presencia ominosa y siniestra. El silencio era abrumador, interrumpido solo por el crujir de las hojas secas bajo sus pies y el latido acelerado de sus corazones. Con determinación, colocaron el libro en el centro del claro y se prepararon para enfrentar el desenlace inevitable de su pacto con lo desconocido.

La figura surgió de las sombras con una presencia imponente y aterradora. Sus contornos se distorsionaban en la oscuridad, revelando una forma monstruosa que parecía sacada de las pesadillas más oscuras. Sus garras largas y afiladas brillaban con una malevolencia palpable bajo la luz de la luna, mientras que su boca, llena de dientes terribles y afilados, goteaba con una sustancia oscura y putrefacta que emanaba un olor nauseabundo.

Dario y Luis contemplaron la figura con horror, conscientes de que estaban frente a una entidad que superaba toda comprensión humana. La presencia del ser infernal lo inundaba todo, llenando el claro con una sensación de opresión y desesperación. Sabían que habían convocado a algo mucho más allá de su comprensión, y que ahora debían enfrentar las consecuencias de su imprudente deseo de riqueza y éxito.

Con el corazón latiendo con fuerza en sus gargantas, se prepararon para el desafío final, sabiendo que el destino de sus almas estaba en juego y que no había vuelta atrás.

La voz gutural resonó en el aire, cargada con una energía antigua y maligna que helaba la sangre en las venas de Dario y Luis. Las palabras retumbaron en el claro, anunciando el inevitable cumplimiento del pacto que habían sellado tres décadas atrás. “Treinta años han pasado, ha llegado el momento. Vengo a llevarme a los dos en cuerpo y alma, a menos que uno de los dos diga la palabra...”

Luis miraba confundido entre el terror y la incredulidad, mientras Dario, con la mirada baja y el peso de la culpa en sus hombros, finalmente rompió el silencio. Sus palabras eran un susurro apenas audible, cargado de remordimiento y resignación.

“Perdóname, Luis”, murmuró Dario, su voz apenas un eco en la noche. “Pensé que podría soportarlo cuando llegara el momento, pero me equivoqué.”

Las palabras de Dario se colaron en el silencio de la noche, resonando como un eco de condenación. Luis apenas tuvo tiempo de expresar su confusión antes de que Dario pronunciara una sola palabra, una palabra que desataría el caos y sellaría el destino de ambos para siempre.

“Sanctorum”, dijo Dario con voz firme, y en ese instante, el aire se llenó de un viento furioso y oscuro que envolvió el claro en una tormenta de sombras. La criatura soltó un aullido ensordecedor, retorciéndose en agonía mientras su forma se desvanecía en la oscuridad que lo engullía todo.

Envuelto en el abrazo de la oscuridad, la voz de Luis se desvaneció en un grito de dolor, ahogado por el torbellino de sombras que los rodeaba. Entonces, en un instante de silencio sepulcral, Dario abrió los ojos y se encontró de nuevo en la sala de lectura de la opulenta mansión que había construido con la riqueza y la fama obtenidas de aquel pacto infernal.

Sin embargo, la opulencia que lo rodeaba ahora parecía vacía y hueca, tan insignificante en comparación con el peso de la culpa que pesaba sobre su alma. Los recuerdos de la traición a su amigo, el sacrificio de una vida por la suya propia, lo atormentaban en cada esquina de aquel palacio de vanidades, mentiras y traición.

Con el corazón cargado de remordimiento y la conciencia torturada por sus acciones, Dario se consumió en el fuego de su propio tormento. Meses despues, sus últimos suspiros fueron un lamento silencioso en busca del perdón de aquel amigo al que había traicionado de la manera más vil.

Y así, en el silencio de la noche, Dario cerró los ojos por última vez, con la esperanza de encontrar la redención y el descanso en la paz eterna que tanto anhelaba. Su historia llegaba a su fin, pero su legado de penumbra y desdicha perduraría en las sombras de la memoria, un recordatorio sombrío de las consecuencias de la codicia y la traición.

Del libro, nadie supo que pasó, tal vez ahora estaba esperando alguien a quien tentar en los anaqueles de alguna biblioteca olvidada…

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