Dario y Luis eran amigos desde la secundaria, inseparables
desde el momento en que se conocieron en los pasillos polvorientos del antiguo
colegio. Compartían más que una simple amistad; compartían historias, risas,
sueños y, lamentablemente, también compartían las penurias económicas que los
habían acosado durante años.
Dario, con su cabello alborotado y una sonrisa siempre lista
para iluminar incluso los días más oscuros, era el tipo de persona que siempre
veía el vaso medio lleno. Apasionado por la lectura y la escritura, se sumergía
en mundos de fantasía y misterio para escapar de la cruda realidad que
enfrentaba cada día. Su mente creativa y su ingenio afilado lo habían llevado a
embarcarse en la escritura de un libro de misterio y terror, una pasión que lo
había llevado a la biblioteca en busca de inspiración.
Luis, por otro lado, era el tipo de persona que nunca se
rendía, incluso cuando las probabilidades estaban en su contra. Con una
determinación inquebrantable y una ética de trabajo impecable, había luchado
contra viento y marea para mantenerse a flote en tiempos difíciles. Aunque las
adversidades lo habían golpeado con fuerza, nunca había perdido la esperanza de
un futuro mejor para él y su amigo Dario.
A medida que crecían juntos, sus lazos de amistad se
fortalecían con cada desafío que enfrentaban. Juntos, soportaron los altibajos
de la vida, encontrando consuelo y apoyo mutuo en los momentos más oscuros. Y
cuando la oportunidad de cambiar sus vidas para siempre se presentó en forma de
un antiguo tomo maldito, no dudaron en embarcarse en esta nueva aventura
juntos, ignorando las advertencias que susurraban en las sombras de lo
desconocido.
Con sus personalidades contrastantes pero complementarias,
Dario y Luis formaban un equipo imparable, listo para enfrentar cualquier
desafío que el destino les deparara. Sin embargo, nunca imaginaron que su
valentía y amistad serían puestas a prueba de la manera más oscura y
sobrenatural posible.
Un día como cualquier otro, Darío fue a la biblioteca de la
universidad de su ciudad, una de las más completas del país. Revisó los
anaqueles buscando libros viejos, de los que obtener inspiración. Entre los
libros que sacó de la biblioteca, encontró un tomo antiguo, que no recordó
haber sacado: un libro hecho de madera quemada, cubierta por lo que parecía ser
piel o cuero, tan quemada como la madera. Tenía un título en latín que no
entendió, en principio: Arcanum Obscuritatis...
Dario sostuvo el misterioso libro en sus manos, sintiendo un
escalofrío recorrer su espalda al notar las extrañas marcas y el olor a
antigüedad que emanaba de sus páginas. Atraído por la curiosidad y el
presentimiento de que este libro contenía algo más que meras palabras impresas,
lo guardó entre los otros libros que había sacado de la biblioteca y regresó a
casa.
Cuando llegó a su hogar, Dario colocó el misterioso tomo
sobre su escritorio y lo examinó con más detalle. Las marcas en la cubierta de
madera quemada parecían formar extraños patrones, como si fueran símbolos
antiguos de una lengua olvidada. El título en latín, "Arcanum
Obscuritatis", resonaba en su mente como un susurro de sombras,
despertando una intriga profunda en su interior.
Sin embargo, fue cuando abrió el libro y comenzó a hojear
sus páginas que Dario sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Las
palabras impresas en las páginas parecían danzar ante sus ojos, formando
conjuros y hechizos oscuros que desafiaban toda lógica y razón. A medida que
sus ojos se deslizaban por las líneas de texto, una sensación de inquietud se
apoderaba de él, como si estuviera observando algo que nunca debió ser visto
por ojos humanos.
Entre las páginas del libro, Dario encontró un hechizo que
llamó poderosamente su atención. Era un conjuro de buena suerte, una promesa
tentadora de cambiar su destino y salir de las penurias económicas que lo
habían acosado durante tanto tiempo. Emocionado por la posibilidad de un
cambio, Dario decidió compartir el descubrimiento con su amigo de toda la vida,
Luis.
En la sección de preparación, el libro decía que el hechizo
no debía ser hecho en el interior de una casa, sino buscar un lugar alejado,
preferentemente en un bosque. Con esta información, viajaron unos kilómetros hacia
el interior de su ciudad, hasta el bosquecillo detrás de la universidad donde, paradójicamente,
Darío había obtenido el libro.
Juntos, Dario y Luis leyeron el hechizo en voz alta, sin
sospechar las oscuras consecuencias que pronto se desatarían sobre ellos. Una
vez que las palabras escaparon de sus labios y se perdieron en el aire, una
figura espectral y ominosa apareció ante ellos, ofreciéndoles cumplir sus
deseos a cambio de un precio muy alto: 30 años de buena suerte, seguidos de la
entrega de sus almas a una entidad oscura y desconocida.
Durante unos breves instantes, Dario y Luis intercambiaron
miradas cargadas de dudas y temores. A sus más de cincuenta años, la
perspectiva de disfrutar de tres décadas de buena fortuna parecía tentadora,
incluso irresistible. Después de todo, ¿qué podía salir mal? Se verían como
ancianos cuando llegara el momento de entregar sus almas, con la vida hecha y
los años de penurias olvidados en el pasado. Con esta convicción en mente, los
amigos tomaron una decisión que cambiaría el curso de sus destinos para siempre:
aceptaron el acuerdo, sin sospechar las sombras que se cernían sobre ellos.
Así, sellaron su destino con un pacto sombrío, con la
promesa de un futuro brillante y próspero a cambio de un precio que aún no
comprendían completamente. Sin embargo, el tiempo les demostraría que toda
elección tiene consecuencias, y que el precio de la buena fortuna es más alto
de lo que jamás habrían imaginado.
Con el trato aceptado, una sensación de alivio y excitación
se apoderó de Dario y Luis. Los días siguientes estuvieron marcados por una
racha inusual de buena suerte, con oportunidades inesperadas y fortunas
inesperadas que parecían caer del cielo. Pronto, ambos amigos se vieron
envueltos en un remolino de éxito y prosperidad, construyendo un imperio juntos
y disfrutando de los lujos que tanto habían anhelado.
Por años, Dario y Luis disfrutaron de una racha de buena
suerte que los llevó a emprender nuevos proyectos con confianza y
determinación. Su primer éxito fue un restaurante de hamburguesas gourmet que
rápidamente se convirtió en la cadena más importante del país. Con una
combinación de sabores únicos y un servicio impecable, atrajeron a clientes de
todas partes y consolidaron su posición en la industria gastronómica.
Sin embargo, su sed de aventura y su espíritu emprendedor
los impulsaron a buscar nuevas oportunidades. Decidieron incursionar en el
mundo del entretenimiento y la cultura, abriendo un espacio multicultural que
ofrecía música en vivo, grabación de estudios y clases de instrumentos. Lo que
comenzó como un pequeño local se transformó en un imperio global, con centros
especializados en todo el país y en el extranjero.
Con cada nuevo proyecto, Dario y Luis demostraron su talento
para los negocios y su habilidad para convertir las ideas en realidad. Su
relación de amistad se fortaleció aún más con cada desafío superado y cada
éxito alcanzado, convirtiéndose en socios inseparables y aliados
inquebrantables en el mundo empresarial.
Pero a medida que los años pasaban y se acercaba el final de
su pacto con el ser oscuro, una sombra de inquietud comenzó a oscurecer su
triunfo. Aunque disfrutaban de la fama y la fortuna, no podían ignorar el peso
de la promesa que habían hecho décadas atrás, ni las consecuencias que podría
traer consigo su cumplimiento.
El silencio de la noche se vio interrumpido por un fenómeno
perturbador: el libro antiguo, olvidado en la biblioteca de Dario, comenzó a
irradiar una luz extraña y enfermiza. Su brillo titilante llenó la habitación
con un aura ominosa que envolvía todo a su alrededor en una atmósfera de
malestar y temor.
Simultáneamente, un sonido extraño y discordante emanaba del
libro, como si las páginas estuvieran susurrando en un idioma olvidado y
oscuro. Este sonido penetrante parecía resonar en lo más profundo del alma,
provocando un escalofrío que recorría la columna vertebral de quien lo
escuchaba.
Dario llamó a Luis y le dijo “es hora…” y los amigos
reunidos sintieron una atracción magnética hacia el libro, como si una fuerza
invisible los llamara desde su morada en la estantería. Una sensación de
inquietud se apoderó de ellos mientras contemplaban el misterioso resplandor y
escuchaban los siniestros murmullos que brotaban del tomo antiguo.
Sin comprender completamente lo que sucedía, sabían que
debían enfrentar el origen de aquella perturbación. Con pasos vacilantes, se
acercaron al libro brillante, conscientes de que estaban a punto de adentrarse
en un mundo de sombras y secretos prohibidos.
En silencio, como si temieran despertar a la oscuridad que
acechaba en la noche, Dario y Luis tomaron el libro entre manos y emprendieron
su camino hacia el claro en el bosque. Treinta años habían pasado desde aquel
fatídico día en el que sellaron su destino con un pacto impío, y ahora era el
momento de enfrentarse a las consecuencias de sus acciones.
El sendero estaba envuelto en sombras, apenas iluminado por
la pálida luz de la luna que se filtraba entre las ramas de los árboles. Cada
paso que daban resonaba en la quietud de la noche, y el peso del libro en sus
manos parecía aumentar con cada paso, como si fuera un recordatorio constante
de la deuda que debían saldar.
Llegaron al claro, el mismo claro en que habían firmado
aquel pacto, un lugar que ahora parecía imbuido de una presencia ominosa y
siniestra. El silencio era abrumador, interrumpido solo por el crujir de las
hojas secas bajo sus pies y el latido acelerado de sus corazones. Con
determinación, colocaron el libro en el centro del claro y se prepararon para
enfrentar el desenlace inevitable de su pacto con lo desconocido.
La figura surgió de las sombras con una presencia imponente
y aterradora. Sus contornos se distorsionaban en la oscuridad, revelando una
forma monstruosa que parecía sacada de las pesadillas más oscuras. Sus garras
largas y afiladas brillaban con una malevolencia palpable bajo la luz de la
luna, mientras que su boca, llena de dientes terribles y afilados, goteaba con
una sustancia oscura y putrefacta que emanaba un olor nauseabundo.
Dario y Luis contemplaron la figura con horror, conscientes
de que estaban frente a una entidad que superaba toda comprensión humana. La
presencia del ser infernal lo inundaba todo, llenando el claro con una
sensación de opresión y desesperación. Sabían que habían convocado a algo mucho
más allá de su comprensión, y que ahora debían enfrentar las consecuencias de
su imprudente deseo de riqueza y éxito.
Con el corazón latiendo con fuerza en sus gargantas, se
prepararon para el desafío final, sabiendo que el destino de sus almas estaba
en juego y que no había vuelta atrás.
La voz gutural resonó en el aire, cargada con una energía
antigua y maligna que helaba la sangre en las venas de Dario y Luis. Las
palabras retumbaron en el claro, anunciando el inevitable cumplimiento del
pacto que habían sellado tres décadas atrás. “Treinta años han pasado, ha
llegado el momento. Vengo a llevarme a los dos en cuerpo y alma, a menos que
uno de los dos diga la palabra...”
Luis miraba confundido entre el terror y la incredulidad,
mientras Dario, con la mirada baja y el peso de la culpa en sus hombros,
finalmente rompió el silencio. Sus palabras eran un susurro apenas audible,
cargado de remordimiento y resignación.
“Perdóname, Luis”, murmuró Dario, su voz apenas un eco en la
noche. “Pensé que podría soportarlo cuando llegara el momento, pero me
equivoqué.”
Las palabras de Dario se colaron en el silencio de la noche,
resonando como un eco de condenación. Luis apenas tuvo tiempo de expresar su
confusión antes de que Dario pronunciara una sola palabra, una palabra que
desataría el caos y sellaría el destino de ambos para siempre.
“Sanctorum”, dijo Dario con voz firme, y en ese instante, el
aire se llenó de un viento furioso y oscuro que envolvió el claro en una
tormenta de sombras. La criatura soltó un aullido ensordecedor, retorciéndose
en agonía mientras su forma se desvanecía en la oscuridad que lo engullía todo.
Envuelto en el abrazo de la oscuridad, la voz de Luis se
desvaneció en un grito de dolor, ahogado por el torbellino de sombras que los
rodeaba. Entonces, en un instante de silencio sepulcral, Dario abrió los ojos y
se encontró de nuevo en la sala de lectura de la opulenta mansión que había
construido con la riqueza y la fama obtenidas de aquel pacto infernal.
Sin embargo, la opulencia que lo rodeaba ahora parecía vacía
y hueca, tan insignificante en comparación con el peso de la culpa que pesaba
sobre su alma. Los recuerdos de la traición a su amigo, el sacrificio de una
vida por la suya propia, lo atormentaban en cada esquina de aquel palacio de
vanidades, mentiras y traición.
Con el corazón cargado de remordimiento y la conciencia
torturada por sus acciones, Dario se consumió en el fuego de su propio
tormento. Meses despues, sus últimos suspiros fueron un lamento silencioso en
busca del perdón de aquel amigo al que había traicionado de la manera más vil.
Y así, en el silencio de la noche, Dario cerró los ojos por
última vez, con la esperanza de encontrar la redención y el descanso en la paz
eterna que tanto anhelaba. Su historia llegaba a su fin, pero su legado de
penumbra y desdicha perduraría en las sombras de la memoria, un recordatorio
sombrío de las consecuencias de la codicia y la traición.
Del libro, nadie supo que pasó, tal vez ahora estaba
esperando alguien a quien tentar en los anaqueles de alguna biblioteca olvidada…
0 comments: