La Caja Musical


Cuando John Wilson vio el anuncio de la casa en venta en el pequeño pueblo de Hollow Creek, Arkansas, no podía creer su suerte. La casa, una antigua construcción de madera con un encanto rústico, estaba siendo vendida a un precio increíblemente bajo. Supuso que el motivo debía ser que nadie quería vivir en ella, pero eso no lo detuvo. John ansiaba tener su propio espacio lejos de la ciudad y esta casa parecía perfecta.

Al llegar a Hollow Creek, la casa parecía aún más atractiva. Rodeada de árboles y con un tranquilo río corriendo cerca, el lugar emanaba una paz inigualable. John comenzó a limpiar y acomodar los muebles viejos que ya estaban en la casa. En el rincón de la sala de estar, descubrió una pequeña caja de música en un estado deplorable.

La caja de música era una joya de época, con una figura tallada de un bailarín girando lentamente al son de la melodía. A pesar de su estado desgastado, John pudo ver que la caja estaba tallada con intrincados detalles. Le dio cuerda y, para su sorpresa, la música comenzó a sonar de inmediato.

La melodía era dulce y pegadiza, como un susurro del pasado. Se sintió cautivado por su encanto y dejó que la caja de música siguiera sonando mientras continuaba limpiando. La melodía llenaba la casa con una atmósfera de nostalgia y serenidad.

Con el tiempo, John se dio cuenta de que no podía dejar de darle cuerda a la caja de música. Se había convertido en una especie de ritual diario, una forma de relajarse después de un largo día de trabajo. La melodía lo reconfortaba y lo llevaba a un estado de tranquilidad que nunca había experimentado antes.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, John comenzó a notar que algo no estaba bien. Las noches se volvieron inquietantes, con sueños oscuros y perturbadores. La melodía de la caja de música, que una vez había sido reconfortante, comenzó a sonar más siniestra.

En medio de la noche, John se despertó con un sudor frío y escuchó la melodía de la caja de música sonando en la sala de estar. Se levantó de la cama y la encontró allí, girando y girando mientras llenaba la casa con su música, que se volvía escalofriante.

Intentó detenerla, pero la caja de música no cedía. Desesperado, buscó las herramientas y abrió la caja. Lo que encontró en su interior lo dejó sin aliento.

Una figura en miniatura, similar a la del bailarín tallado, estaba encadenada en el interior de la caja. Tenía una expresión de angustia en el rostro y los ojos parecían implorar misericordia. La melodía, que antes era dulce y pegajosa, se volvió un lamento lastimero y desgarrador.

John intentó liberar a la figura de su prisión, pero las cadenas se aferraban con fuerza. La melodía crecía en intensidad, como si el sufrimiento de la figura fuera liberado en cada nota.

Finalmente, con un último esfuerzo, John logró liberar a la figura. Pero en el momento en que lo hizo, la melodía alcanzó un aterrador crescendo y una sombra oscura y ancestral llenó la casa. El aire se llenó de susurros ininteligibles y una presencia malévola se apoderó del lugar.

John escapó de la casa en medio de la noche, dejando atrás su sueño de un retiro pacífico en Hollow Creek. Nunca pudo olvidar la melodía de la caja de música ni la sensación de que había liberado algo aterrador y antiguo que nunca debió haber sido perturbado.

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