Mostrando entradas con la etiqueta Relatos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Relatos. Mostrar todas las entradas


Reseña completa del primer capítulo de "Mr. Terror presenta: 8 historias terroríficas"

Introducción: Bienvenido a la oscuridad

¿Alguna vez has sentido que algo te observa mientras lees? ¿Que un libro no solo te atrapa, sino que te cambia por dentro? ¿Que las palabras no solo están escritas, sino que están vivas ?

por D. A. Fernández.

La noche de enero era una prisión de calor y humedad. Las calles del microcentro, bulliciosas de día, ahora eran un desierto urbano, salpicado por el destello fugaz de un taxi vacío. El silencio inquietante solo era roto por el zumbido de neones y el eco de pasos apresurados que se desvanecían en las esquinas.


El bosque parecía respirar bajo el paso del viento, como si todo su ser se expandiera y contrajera con un ritmo primitivo. Las ramas se entrelazaban en lo alto, formando una bóveda natural que ahogaba la luz del sol, reduciendo el mundo a un crepúsculo eterno. Las hojas crujían con un ritmo extraño, hasta algo tenebroso, como si no fueran movidas por el viento, sino por un susurro colectivo que nacía de miles de bocas invisibles. Cada crujido resonaba en mis oídos, transformándose en palabras que no podía entender, pero cuya amenaza era imposible ignorar.

El bosque se alzaba como un mar de sombras interminables, con árboles altos y nudosos que parecían extender sus ramas hacia el cielo como súplicas silenciosas. La bruma lo cubría todo, espesándose al anochecer y dándole al aire un sabor metálico. En el corazón de aquel bosque habitaba una familia de lobos: dos adultos, fuertes y astutos, y sus tres crías, apenas cachorros. Su cueva, oculta tras un matorral espinoso, era su refugio, cálido y protegido de las amenazas de la noche.


En la pequeña ciudad de Shadowpoint, las noches parecían más densas que en otros lugares. La bruma que ascendía desde el cercano pantano de Black Willow Marsh se enroscaba entre las calles adoquinadas, como si buscara algo o alguien, y las sombras de los altos pinos parecían alargarse más de lo que la lógica permitía. En el centro del pueblo, sobre una colina que dominaba la vista de los tejados mohosos y las chimeneas torcidas, se alzaba la mansión de los Eldermore, un caserón vetusto cuyos cimientos parecían aferrarse a la roca con desesperación, como si temiera ser arrastrado por una fuerza invisible.


La ciudad de Abisso era un lugar donde los días se arrastraban como sombras sin dueño. La niebla de smog era tan densa que la luz del sol apenas podía atravesarla, y el constante ruido de bocinazos, motores y pasos apresurados ahogaba cualquier intento de encontrar paz. La vida se perdía entre esas calles grises y abarrotadas, donde las personas parecían moverse como autómatas, prisioneras de la rutina y el caos de la urbe.


En las sombras de la Universidad de Nébula, donde las páginas de libros antiguos susurran secretos olvidados, el joven profesor de arqueología, Mortimer Highlight, se sumergió en el polvo de la historia. Entre las estanterías de la biblioteca Smithson, repletas de volúmenes amarillentos y pergaminos desgastados, tropezó con un rincón olvidado. Allí, entre los ecos silenciosos de pasillos desiertos, descubrió un mapa que despertaría su obsesión y alteraría su destino.


1. El llamado de la jungla

El profesor Arturo Lennox, un respetado arqueólogo obsesionado con las leyendas de civilizaciones perdidas, se encontraba al borde de la locura. Durante años había estado descifrando antiguos manuscritos que hablaban de una ciudad oculta en las profundidades de la jungla amazónica, una ciudad construida por una civilización precolombina de conocimiento y poder inimaginables. A pesar del escepticismo de sus colegas y las advertencias de los lugareños, Lennox estaba convencido de que la ciudad era real, y estaba decidido a encontrarla.


En el remoto pueblo de Skumrings, el tiempo parecía haberse detenido en un perpetuo crepúsculo. Situado en el norte de Noruega, a orillas del mar gélido, el pueblo se hallaba envuelto en una neblina eterna, como si las sombras mismas se hubieran apoderado del lugar. Las casas de madera, cubiertas de nieve y hielo, se alineaban en silenciosa resignación, como guardianes solitarios de un secreto antiguo. El viento gélido soplaba a través de las calles vacías, susurrando cuentos olvidados y arrastrando consigo susurros de misterio. Cada paso resonaba con eco en las calles desiertas, y el sonido parecía desvanecerse en la distancia, absorbido por la quietud sepulcral que envolvía el pueblo. Era como si Skumrings fuera un lugar olvidado por el tiempo, donde el pasado y el presente se entrelazaban en una danza sombría y enigmática.


En el tranquilo pueblo húngaro de Szürke, Bálint y Katalin, dos apasionados fotógrafos aficionados, se preparaban para la aventura de sus vidas. Con sus cámaras listas y una mezcla de emoción y nerviosismo, se encontraron con Alex y Sara, sus amigos de toda la vida, en el borde del oscuro bosque que había capturado su curiosidad durante años.


En lo profundo de los bosques de Finlandia, entre árboles centenarios y nieblas persistentes, se encontraba el pintoresco pueblo de Tervahauta. Sus calles empedradas y casas de madera daban la impresión de haber sido talladas por las manos del tiempo mismo. La vida en Tervahauta fluía con la tranquilidad de un río dormido, donde los días se sucedían sin sobresaltos, meciendo a sus habitantes en una rutina apacible.


Durante incontables noches, el inquieto Dr. Thorne se sumergió en los oscuros pasillos de la Ebonwood Library, donde los volúmenes antiguos susurraban secretos olvidados. Entre las páginas amarillentas y desgastadas, encontró un relato que arrojaba luz sobre la oscura historia de Ravencrest. Este relato ancestral narraba las crónicas de una tribu perdida en el tiempo, cuyos últimos descendientes hablaban en susurros de una entidad indescriptible: el Shawe-e. Descrito como una sombra devoradora de almas, este ser antiguo se erguía como un presagio ominoso sobre la ciudad, manifestándose cada doce años para saciar su insaciable apetito con las vidas de los incautos. Thorne, obsesionado por desentrañar los secretos de esta criatura primordial, se sumergió aún más en las profundidades del misterio, ansioso por desvelar la verdad oculta tras los velos del tiempo y el terror.


En la sombría ciudad de Ravencrest, donde la neblina se aferra a las calles estrechas y las sombras se alargan en las noches interminables, se encuentra el Silent Hollow Clinic, un hospital envuelto en misterio y oscuridad. En este lugar, el Dr. Victor Thorne, un forense solitario y reservado, realiza su trabajo en las horas más sombrías de la noche.


En la penumbra de una noche sin estrellas, en la que el viento susurraba secretos ancestrales, el anciano de cabellos plateados contemplaba el oscuro abismo que se extendía frente a él. Sus ojos, cansados pero serenos, reflejaban la sabiduría acumulada a lo largo de los años. Su alma, sin embargo, temblaba ante la presencia sutil pero palpable del diablo.


Los bosques de Nueva Inglaterra se extendían ante Mark, el guardabosques, como un manto de oscuridad y misterio. Las ramas de los árboles se entrelazaban formando un techo verde que apenas permitía que la luz del día llegara al suelo. Era un lugar que siempre había infundido respeto, si no temor, en quienes lo conocían. Pero hoy, algo lo hacía aún más inquietante: la mochila rosada que Mark había encontrado.


En una tranquila tarde de otoño, la familia Montgomery se mudó a su nueva casa en las afueras de la ciudad de Nueva Inglaterra. La casona, rodeada de exuberantes jardines, era una belleza arquitectónica que había visto mejores días, pero aún conservaba su esplendor. La atmósfera era serena, pero algo en el aire parecía inquietante. A pesar de las advertencias vagas de los agentes de bienes raíces sobre el desván, la familia Montgomery no podía evitar sentir una curiosidad irresistible hacia esa parte de la casa.


En un pequeño pueblo de Turkmenistán, donde las callejuelas de tierra se entrelazaban como un enigma ancestral, un joven antropólogo recién graduado de la Universidad de Harvard, cuyo nombre era Edward Turner, se encontró inmerso en un misterio que cambiaría su vida para siempre.


Había transcurrido casi una década desde aquel fatídico día en 1978 cuando John Prescott, un hombre de mediana edad, tuvo su primer y único encuentro con el Mothman. La criatura había aparecido en el cielo nocturno de Point Pleasant, West Virginia, una noche oscura y tormentosa. De hecho, cuando apareció por primera vez en 1966, John no había nacido, pero la segunda vez, fue el día en que John cumplía 12 años y lo vio muy claro en el cielo nocturno, pero en una noche de luna llena. Sus enormes alas batían en el aire mientras sus ojos rojos brillaban de manera inquietante. Aquel encuentro había dejado una marca indeleble en la mente de John.


Hacía meses que Alan luchaba contra una enfermedad implacable que había invadido su cuerpo. Aquella sala de hospital se había convertido en su hogar temporal, y las visitas de amigos y familiares se habían vuelto cada vez menos frecuentes. La fragilidad de su cuerpo era evidente, pero su espíritu seguía luchando.


Cuando John Wilson vio el anuncio de la casa en venta en el pequeño pueblo de Hollow Creek, Arkansas, no podía creer su suerte. La casa, una antigua construcción de madera con un encanto rústico, estaba siendo vendida a un precio increíblemente bajo. Supuso que el motivo debía ser que nadie quería vivir en ella, pero eso no lo detuvo. John ansiaba tener su propio espacio lejos de la ciudad y esta casa parecía perfecta.